09 junio 2016

Niebla

La arena como ceniza
el cuerpo muerto esperando el alba
afuera el aullido domina la marea
y los cipreses son la mujer del pescador
un puñado de sal ha teñido el vidrio
débil es la huella que la luna deja
sobre la duna que molde y trazo 
marca de otros en la que yace
le ruido blanco de esa otra marea

acunado contra su seno
de espaldas el horizonte mira
displicente el rostro con fauces de oro
aplasta las sienes y tiñe nuevamente
los extremos se ablandan
la piel reclama lo que el mar
cree es suyo por derecho
los parpados ceden víctimas del peso
menguante el suspiro sobre los puños
no hay otra carnada mas la propia

colgado de puntillas contra el suelo
la helada caricia abraza la carne
arrancando el verso de los labios
alta la vista buscando una imagen 
la pisada torcida donde responde
silente el viento contra el borde
no hay mas calma que la misma
el golpe como un eco sobre la ribera

buscando la marca indeleble
una vez más el cielo se enturbia
con claridad  la mancha en el espejo
traza la ruta a la bandada errática
comida en tránsito fuera de alcance 
mas la sombra se alimenta de otra
bocado contra bocado contra acero
contra el cuerpo muerto esperando el alba
manchas en la superficie como lentejuelas
la marca del quejido una última bocanada

persiguiendo el faro como la travesía
Ulises atado al mástil de un naufragio
con la cara caída arrimas la barca
boca abajo río arriba mar adentro
con el pecho rojo descubierto desde dentro
el frío toque del retorno de la ola
describe las pisadas en el lecho oscuro
con la arena entre los dientes
negra como ceniza