12 junio 2010

Desvarío número 1

No hay sosiego en el olvido

Rastro saldado en la boca
memoria perdida en placer
tras las puertas efímeras
la noche sucumbe temprana
amanecida en llanto
y un deseo oblicuo
el rastro de sal en la boca
la pertinencia inherente

La cohesión propia
de dos mañanas
que colisionan en el sur
de los cuerpos
que danzan entre ellas

1 comentario:

Bernaux dijo...

Me acuerdo que, cuando era una niñita con los mocos colgado siempre me espacapa a una pampa que se extendía detrás de mi antigua casa. Pasaran dos días, una semana o cuatro años, siempre vuelvo ahí.

Algo parecido me pasa con tu poesía. El solo hecho que exista me hace volver a ella, con el mismo gusto fresco e íntimo que desde el principio.



Gracias por ese regalo, ahora y siempre.