27 mayo 2009

A la deriva

No hay más cabos sueltos
tampoco mancomunados esfuerzos
barcas a medio armar
ni palomas en la cornisa
y el oleaje con su vaivén
entrega cadencias perpetuas
de soledades engereidas en rencor

Aún los teléfonos suenan
sin clara ni concisa respuesta
con las manos en la cara
mirando el techo oblicuo
con las calles sonando
con las luces despiertas
soñando a la embriaguez

Esos estremecedores silencios
se escabullen entre las rendijas
y golpean las puertas a puntapiés
con aquella vehemencia bulímica
queriendo estrangular mis ojos
esperando que ahogue mi pecho
durmiendo con la espalda hacia la pared

Y en el aire aun está presente
ese delgado pero penetrante
gusto a orina, como una marca
huellas transitorias de un pasado
con un futuro perdido en el horizonte
augurando nuevos presagios
desgracias de reminiscencias del sueño


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