Con las mesas en penurias
el ojo bien cerrado
las enclenques visiones permutadas
de los caminos hacia la cruel Babilonia
con sus hijos paria de nuestra tierra
sin sangre que acarrear pululan
por las venas de las ciudades torpes
sobre las veredas abultadas
con la frente puesta en las nubes
que frenan las luces de los pájaros
entre las idas y venidas de las humaredas
que oscilan como mares fósiles
en el mundo invertido de las estrellas
que cuelgan como marionetas resplandecientes
esperando a la mano que acaricie las colas
que acaricie nuestras caras, nuestra suerte
mientras rogamos a la pálida esencia
que dejan nuestras camas de mañana
"Dadnos hoy lo mismo que todos lo días"
mientras sonreímos con falsa displicencia
las barbaries del vecino que me apunta
condenado a husmear entre las porquerías
de otro indigente como salido de las ratoneras
tal como lo hacemos perdiendo la infancia
a manos de las hostiles cadenas de tull
y las fanfarrias hechas con viejos discos de cartón
cuando los calores no eran tan infelices
cuando las manos no eran tan ásperas
así como cuando prohibías a mis dedos
tocar el genital veleidoso que me fornicaba
a tientas, en el fondo de las esquinas
en los ensambles de bestias ridículas
en las orgías callejeras en latencia
mientras hago la paces con el diablo
para mantener los aires tibios y sus caras largas
mirando los vasos mediollenos y esas calles mediovcias
aplastando con la mano infértil
la cara de aquel que estúpidamente
cree que coge cuando es cogido
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